En nada...

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viernes, 4 de abril de 2014

 

 Prólogo

Elemental Archemist

 

 La noche era fría, demasiado fría para principios de septiembre cuando normalmente el calor del verano aún se niega a desaparecer del todo. Eleanor de la villa de Solaris había sido desposada hacía un par de semanas con Salomón de la villa Lunae, normalmente dichas villas se había mantenido alejadas una de la otra no por diferencia de guerras, aunque no se llevasen bien del todo, sino por costumbres diferentes, gentes diferentes y no solían mezclarse. Entonces un buen día Salomón salió de caza al bosque de Los mil días, su nombre era literalmente porque una magia antigua habitaba en dicho bosque que hacía que te perdiera si no tenías el suficiente poder para no dejarte engatusar por dicha magia y sus entidades, Salomón por supuesto era muy poderoso tanto era así que era temido hasta la saciedad, se decía que había tenido varias vidas, que era inmortal, cuando se sabía que los Alquimistas de la villa podían vivir milenios pero no se sabía que fueran inmortales. Estando en el bosque de caza encontró a Eleanor que incitada por su juventud decidió adentrarse y se perdió sino llega a ser por él, lo más seguro es que hubiese acabado vagando por el fin de sus días
En ese instante se dice que surgió la chispa y las dos villas comenzaron a hablarse más.
Así es como al cabo de un mes dieron la noticia de casarse pero en ese momento dos semanas después de casarse Eleanor se sentía ultrajada, no entendía cómo podía haberse casado con un hombre así, no podía entender lo que estaba diciendo, lo que quería hacer pero que la perdonase Gaia sino lo amaba aún a pesar de todo. La estaba mirando con su oscura mirada solemne, que brillaban con la chispa de la avaricia y el triunfo, su melena larga y oscura estaba recogida en una coleta floja de la cual salían mechones dándole un aire más informal, más aún vestido con unos
pantalones holgados negros y una camisa beige remangada hasta los codos y medio abierta por el pecho, creía que la tenía en sus manos y siempre lo haría por más que le pesara. Pero lo que le estaba diciendo era demasiado, iba contra natura.
-Salomón- dijo midiendo sus palabras con cuidado, mirándolo con precaución, las facciones bellas de él se tensaron con el tono de voz que ella estaba usando- ¿cómo puedes pedirme esto?
-¿Qué es lo que no entiendes Eleanor? Si hacemos eso será hermoso, piénsalo- dijo con un desdén que empezó a ponerla nerviosa- seríamos los más superiores en la villa Lunae, porque ahora es a donde perteneces, no importa que tu padre fuera un Antiguo con cargo en el Círculo en la otra villa, al casarte conmigo, me perteneces.
A Eleanor le recorrió un escalofrío al escuchar esas palabras, que sonaban más como una sentencia que como una bienvenida a la familia, la estaba mirando como si fuera una joya, una joya de la cual no se puede desprender porque… sencillamente tiene un uso útil para sí, más que como a una persona de carne y hueso, más que como su esposa.
-Se adonde pertenezco Salomón, no me casé contigo por nada pero… ¿eso no es ir contra las normas? ¿Qué dirán el resto de alquimistas menores?
-¡Me importan una mierda los Alquimistas menores!- bramó enfurecido, en ese momento supo que era un error haberlo mencionado, siempre supo que él tenía en mente grandes estándares pero nunca tan altos, nunca tan revolucionarios- esto se trata de tú y yo, se trata de mejorar todo, se trata de que llevemos las riendas de todos esos ancianos con ideas retrasadas, deberíamos ser nosotros los que estemos en la cima, no ocultándonos de los humanos o pasando desapercibidos o trabajando
como esclavos para ellos. Deberíamos crear, evolucionar. Y si hace falta… acabar con alguna que otra molestia.
-¡Salomón!- gritó horrorizada por lo que estaba insinuando- no estarás hablando en serio ¿no?
-Sabes que siempre hablo en serio, he dicho en serio lo que te he pedido también, ¡y lo vas a hacer!- le gritó poniendo estratégicamente una mano en su garganta- eres mi esposa, es lo que me debes, lo harás por mí, ¿verdad amor?
-¿Cuál de todas las cosas?
-Quiero que engendremos un hijo y lo modificaré genéticamente con la alquimia, ¿sí?- dijo más como una confirmación que como una pregunta, derrotada Eleanor no tuvo más remedio que aceptar, mientras él atrapaba su mirada ambarina y acariciaba su pelo del color del caramelo, empezó a descender su mano hasta su pecho, a ella se le aceleró el corazón y la echó hacia atrás en la mullida cama de seda roja. Su fornido cuerpo se alzaba sobre ella y le atrapaba los labios con un deseo que ni siquiera sabía que existía. Pasó su mano por el duro pecho de él donde pudo apreciar a través de la camisa ahora abierta el tatuaje del loto azul y negro símbolo de la villa a la que pertenecía y que sólo la gente de la realeza y nobleza les salía de nacimiento. Y su deseo aumentó por la forma en que se amoldaba todo él en sus manos.
Antes de sucumbir al placer su último pensamiento fue que le perdonaran por lo que estaba a punto de hacer y que ojalá todo esto no fuese el error más grande de su vida.
***

 
Horas después Salomón permanecía despierto en el balcón de sus habitaciones, vislumbró a Eleanor entre las sábanas dormitando sin percatarse de nada. Parecía que todo había salido bien.
Eleanor era fácil de manipular por su amor por él, no es que no le gustara la muchacha era solo que… sus estándares, anhelos y deseos eran más importantes que todo, que el amor, que la pena, hasta que su propio hijo, sólo que éste sí iba a ser importante, con este podría conseguirlo todo de una vez por todas, siempre fue poderoso, uno de los líderes natos de los suyos pero quería más. Y lo conseguiría.
Si lo de su hijo salía bien significaría que había posibilidad de evolución aunque tenía lástima por él y por cómo acabaría. Definitivamente su existencia marcaría un antes y un después y sería ideal para… futuros como él. Solo tenía que encontrar a parte las herramientas adecuadas. No podía permitirse cometer más errores.




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